Por Jorge Zijlstra
La reverenda Gloria Ulloa Alvarado, secretaria de la Mesa CLAI Colombia y líderesa destacada de la Iglesia Presbiteriana de Colombia trabajó la temática desde la perspectiva pastoral invitando a las participantes del encuentro a hablar de sus derechos.
Ulloa desafió a la reflexión con una serie de preguntas iniciales de suma pertinencia “¿En nuestras iglesias hablamos de sexualidad? ¿La iglesia considera a las mujeres en igualdad de derechos sexuales y reproductivos que los hombres? ¿Tienen nuestras iglesias ministerio de consolación a personas violentadas en sus derechos sexuales y en sus derechos reproductivos? ¿Si a los hombres y mujeres como ciudadanos y ciudadanas les es permitido decidir el destino de sus países, cómo se les puede privar de tomar decisiones acerca del destino de sus cuerpos?
Partiendo del entendimiento del cuerpo como una creación de Dios, bueno y en gran manera se alertó sobre la realidad de que “el desconocimiento de los derechos que Dios nos ha concedido sobre nuestro cuerpo causa grandes sufrimientos, llanto, ansiedad, dolor, silencios, traumas o sea demonios que destruyen nuestra alegría en Dios. Mujeres y varones tenemos cuerpos diferentes y somos moldeados por mandatos culturales y normas sociales que nos hacen “diferentes” frente a nuestra sexualidad y reproducción”, en palabras de Ulloa.
La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. La salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos de procrear, y la libertad de decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. El hombre y la mujer tienen el derecho a obtener información y acceso a métodos seguros, eficaces, asequibles y aceptables de su elección para la regulación de la fecundidad, así como el derecho a recibir servicios adecuados de atención de la salud que permitan los embarazos y los partos sin riesgos.
Con excelencia, la líderesa del CLAI hizo un repaso de los derechos fundamentales de las mujeres indicando que el derecho a la vida incluye:
1. El derecho a no morir por causas evitables relacionadas con el parto y el embarazo.
2. El derecho a la salud que incluye la salud reproductiva
3. El derecho a la libertad, seguridad, e integridad personales, que incluye:
Ć El derecho a no ser sometida a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumano degradantes.
ƒÜ El derecho a estar libre de violencia basada en el sexo y el género.
ƒÜ El derecho a vivir libre de la explotación sexual.
4. El derecho a decidir el número e intervalos entre hijos (as), que incluye :
ƒÜ El derecho a la autonomía reproductiva .
ƒÜ El derecho a realizar un plan de procreación con asistencia médica o de una partera reconocida, en un hospital o en un ambiente reconocido
5. El derecho a la intimidad que incluye:
Ć El derecho de toda mujer a decidir libremente y sin interferencias arbitrarias, sobre sus funciones reproductivas.
6. El derecho a la igualdad y a la no discriminación que incluye:
ƒÜ El derecho a la no discriminación en la esfera de la vida y salud reproductiva.
7. El derecho al matrimonio y a fundar una familia, que incluye:
ƒÜ El derecho de las mujeres a decidir sobre cuestiones relativas a su función reproductora en igualdad y sin discriminación.
Ć El derecho a contraer o no matrimonio
Ć El derecho a disolver el matrimonio
Ć El derecho a tener capacidad y edad para prestar el consentimiento para contraer matrimonio y fundar una familia
8. Derecho al empleo y la seguridad social, que incluye:
ƒÜ El derecho a la protección legal de la maternidad en materia laboral.
Ć El derecho a trabajar en un ambiente libre de acoso sexual.
Ć El derecho a no ser despedida por causa del embarazo.
Ć El derecho a no sufrir discriminaciones laborales por embarazo o maternidad
La presentación culminó respondiendo nuevamente a una pregunta desafiante: “¿QUÉ PODEMOS HACER LAS IGLESIAS?” y las respuestas no se hicieron esperar. Las Iglesias podemos:
ƒÜ Acompañar pastoralmente a las familias con educación para el disfrute de una sexualidad responsable, para la prevención de embarazos en adolescentes, para evitar enfermedades de transmisión sexual mediante la promoción de medidas de prevención y protección como el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.
ƒÜ Fortalecer el apoyo de la familia y la comunidad con campañas educativas permanentes con mensajes que enfaticen la responsabilidad que conlleva la maternidad y paternidad.
ƒÜ Enfatizar la necesidad de una información pertinente relativa al uso adecuado de anticonceptivos insistiendo sobre el uso del condón como doble protección ante embarazos e infecciones de transmisión sexual.
Ć Escuchar a las mujeres en sus angustias para ayudarlas a encontrar soluciones
ƒÜ Visibilizar la violación de estos derechos, aún dentro de la misma iglesia.
ƒÜ Acompañar a mujeres que quieran denunciar.
Y especialmente “ROMPER EL SILENCIO”. “Debemos construir una conciencia pastoral crítica sobre la salud que Dios quiere que nuestro cuerpo disfrute” concluyeron las mujeres participantes.
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Publicado por ALC Noticias del 10 de Noviembre de 2009
http://alcnoticias.com/interior.php?codigo=15442&lang=687
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