Por Norberto H. Calvo
El fundamentalismo, de cualquier naturaleza que fuere, tiene en nuestros días muy mala prensa. Sin embargo, quienes viven apegados a conceptos integristas defienden su posiciones sin más motivo que la tradición y por la sola razón de que “es lo que siempre se sostuvo”. Cuando el fundamentalismo se ejerce desde el poder religioso absoluto, y por lo tanto sin posibilidad de oponer argumentos razonables, se corre el peligro de exponer a la comunidad a un innecesario resquebrajamiento.
Es de creer que nuestra época no estaría dispuesta a tolerar que en nombre de una presunta “verdad” se persiga y aniquile a los que disienten. Hemos avanzado un gran trecho como para que la humanidad acepte esas expresiones de cesarismo desplegadas en nombre de Dios. En este sentido, el capítulo “Galileo” debiera ser una advertencia insoslayable.
I Prohibido enseñar
Hace escasamente dos años dábamos cuenta de la censura que en Santiago del Estero se ejerció sobre el entonces presbítero de la Iglesia Católica Romana Dr. Ariel Álvarez Valdés. El Padre Ariel, tal como era conocido por sus feligreses y por sus alumnos de la Universidad Católica de Santiago del Estero y del Seminario Diocesano, es un teólogo que cursó estudios en Israel y obtuvo su doctorado en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Es además miembro de varios institutos de origen pontificio, de la Asociación Bíblica Española, de la Asociación Bíblica Italiana y de la Sociedad Bíblica Argentina, por cierto. Sus libros de difusión bíblica recorren el mundo traducidos a varios idiomas.
Refiriéndose al Dr. Álvarez Valdés, decía en aquella oportunidad el teólogo vasco Xavier Pikaza: “Es un inmenso teólogo, una persona entrañable, un hombre comprometido por la Iglesia y la verdad del Evangelio […] quiero decir que es el biblista vivo que más me ha impresionado en los últimos 20 años, por lo que sabe y por lo que dice.”
Y he aquí que aquello de que “nadie es profeta en su tierra” también cuenta para los santiagueños porque apenas designado obispo, Francisco Polti Santillan, proveniente del Opus Dei, prohibió el 5 de agosto de 2008, al entonces sacerdote Dr. Ariel Alvarez Valdés ejercer la docencia, por considerar que sus afirmaciones pueden causar "perplejidad" o llevar a preguntarse si son compatibles con la enseñanza de la Iglesia.
Ante esa medida, al Padre Ariel no le quedaba otra posibilidad que ofrendarle a su obispo su ministerio sacerdotal y allanarse al estado laical. Al hacer pública su decisión expresó: “Renuncio porque a partir de ahora quiero dedicarme a divulgar la Palabra de Dios, tal como me enseñaron en las universidades católicas y pontificias donde estudié, en Jerusalén donde hice la licenciatura, y en Salamanca donde hice el doctorado, y que siendo sacerdote diocesano me resulta imposible hacer por una prohibición”.
II Prohibido aprender
Cuando la mayor parte de de los lectores de la Biblia y de modo particular los especialistas admiten que las figuras de Adán y Eva, lejos de constituir personajes históricos son expresiones literarias que, con una mirada sapiencial, aluden teológicamente a la relación de Dios con la humanidad, el obispo Polti considera que enseñar esas cosas al pueblo sencillo, el que normalmente no tiene acceso a las bibliotecas especializadas, constituye un peligro porque algunas de sus afirmaciones causan perplejidad. Normalmente, las “perplejidades” tanto como el asombro y la duda son los motores que llevan a las personas a indagar, explorar, conocer y de ese modo aprender.
Pero esto no lo entiende así el obispo de Santiago del Estero que «ha hecho leer en las iglesias y ha publicado en los diarios, un documento en el que pide a la feligresía local que se abstenga de asistir a las clases que Ariel Álvarez está dictando en la Universidad Nacional, y a las conferencias que está organizando con la Fundación que ha creado, debido a que no tiene permiso para enseñar. Como no puede prohibirle hablar a él (pues ha renunciado al presbiterado), le prohíbe a la gente asistir a sus clases», según consigna textualmente Periodista Digital de España del 16/9/2010.
Cerrando más aún el cerco, un nuevo decreto del Obispado de Santiago del Estero dado a conocer el día 13 de septiembre hace saber que «compete sólo al Obispo diocesano otorgar la autorización a un fiel bautizado en la Iglesia católica para enseñar ciencias sagradas, entre las que se cuentan las Sagradas Escrituras y las disciplinas teológicas. El Dr. Ariel Álvarez Valdez (h) carece de dicha autorización, aunque no esté ejerciendo el ministerio sacerdotal».
Finalmente, el decreto extiende la censura a toda la feligresía señalando la inconveniencia de asistir a sus cursos, o leer sus escritos. El decreto reza textualmente: "Por esa razón, los fieles católicos obrarán con prudencia si se abstienen de concurrir a sus clases, conferencias y cursos, así como también de leer y difundir sus obras".
¡Menuda disyuntiva plantea este Pastor a su grey! ¿Quien podrá ahora en su diócesis hablar de la Biblia o comentar los Evangelios sin el “ukase” episcopal? ¿Cómo habrán de asumir todos los fieles santiagueños bautizados la misión que encomienda Jesús de anunciar al mundo la buena noticia? Jesús la encomienda a todos.
III “Eppur si muove”
Los cursos y las conferencias del Dr. Álvarez Valdés son seguidos fuera de Santiago del Estero con creciente entusiasmo por clérigos y laicos que quieren conocer el mensaje de las Sagradas Escrituras en los términos que requieren los hombres y mujeres que tienen una fe adulta y un criterio maduro.
En tanto, este notable teólogo que tiene la capacidad de expresar su pensamiento con un lenguaje claro, sencillo y atractivo, continúa escribiendo y publicando sus trabajos.
Fuente: El Pregonero Cristiano
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Publicado por ALC Noticias el 21 de Septiembre de 2010
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