Por Domingo Riorda
El Senado de Argentina avaló el inexorable andar de la sensatez humana al aprobar la Ley del Matrimonio para parejas del mismo sexo con una votación favorable de 33 votos contra 27 que certifica el apoyo indiscutible de legisladores y legisladoras y desnuda el promocionado interrogante de un final apretado para colocar en escena, a telón abierto, que una sociedad mejor es posible.
Las 15 horas de debate, calificado como “duro”, ocurrida el 14 de julio, ituvo como antecedente semanas de discusión en todo el país donde abundaron las inopinadas citas de jerarquías de las instituciones eclesiales cristianas, tanto del sector católico romano como evangélicas/evangelistas, donde no faltó la discriminación de cristianos y cristianas que apoyaban la Ley incluido el negar la facultad constitucional de expresarlas en el Senado, como ocurrió con representantes de la Iglesia Luterana, Metodista, Evangélica del Río de la Plata y de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE).
El triunfo de la sensatez humana tuvo como contrapartida la aparición pública de insensatos e insensatas que hicieron pésimo uso de sus funciones de dirigentes desde el estrato jerárquico eclesial y periodístico y en menor cuantía político.
Hablamos de personas como el Cardenal Jorge Bergoglio, de la Iglesia Católica Romana (ICR), del pastor Rubén Proietti, presidente de Aciera (Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas del Río de la Plata) y de columnistas como Mariano Grondona a quienes no se les puede decir que son jerarquías o periodistas con falta de conocimiento de la vida humana ni carentes de capacidad intelectual.
La cita sale al cruce de que campañas como las de calificar de guerreros contra Dios y proclamar como enviados directamente al infierno a quienes apoyaban la Ley de Matrimonios del mismo sexo o en el caso del presunto periodista autor de notas malsanas como la del 15 de julio, en los avances por internet del diario La Nación donde, con insólitas y falaz ilación argumental, citando injustamente a Aristóteles y usando su hábito de explicar términos, insiste en la discriminación y deja ver la pata de la sota de su ideología de clase social y de su tendencia a la falacia.
Los ejemplos son válidos porque surgen de personas calificadas en el aspecto intelectual. No son pastores o curas o periodistas con poco conocimiento y que proclaman lo que pueden y no dan para más. Un hecho que uno puede admitir. Son personas que mienten y se hacen punibles de los calificativos de hipócritas que Jesús utilizó para dirigentes religiosos y sociales de su época de la misma calaña que los mencionados pseudos paladines.
Estos hechos demuestran que la discusión sobre esta Ley va más allá de ella para instalarse en las diferencias sobre la concepción de la vida humana, que es de la sociedad toda, y hoy por hoy, más que en otras ocasiones similares, deja al desnudo de quienes se adjudican ser los mentores de un estilo de vida que poco o nada tiene que ver con la realidad y con los signos de los tiempos sobre los cuales se puede indagar al Dios Verdadero que desplaza al Dios Falso que suele proclamarse desde los mencionados estrados eclesiales y periodísticos.
En este aspecto se hace justo mencionar a los cristianos y cristianas, especialmente católicos romanos, que pelean la buena batalla de dignificar su opción religiosa. El autor de esta nota, desde su posición evangélica/protestante, más de una vez se preguntó porque no dejan esos claustros eclesiales y se comprometen con otros, aunque sea hasta que aclare la tormenta.
Hoy, al considerar este triunfo desde la sensatez humana, está llegando a la conclusión de la buena batalla que libran todas esas personas que enfrentan, pública o silenciosamente, a la jerarquía eclesial. Luchan para que no se les robe el nombre de cristiano, especialmente dentro del catolicismo romano aunque también evangélico/protestante. Es un fuerte No a los apropiadores que, por sus funciones jerárquicas, se asignan el derecho de cierta interpretación que va en contrapelo con el Dios Verdadero. Ellos y ellas también son los portadores de esta lucha por el triunfo de la sensatez humana, de una humanidad cuyo signo se encuentra en ese hecho tan manipulado, hasta sexualmente, que es la proclama de la encarnación de Dios en un ser humano.
El Senado argentino se instaló en la línea de las palabras del pastor Carlos Valle, de la Iglesia Metodista, a quien no se le permitió que leyese en el Senado su ponencia titulada “Respeto y Dignidad” donde apelaba que el permitir el derecho de las parejas de un mismo sexo “debería encuadrarse en el marco de esta sociedad plural, que busca preservar la libertad y dignidad de todos”
Hoy, 15 de julio, ya no es lo mismo que el martes 13. Estuvo el miércoles 14 con su simbología justa, acertada, implacable. Tensa como toda batalla que se precie de tal. Hoy saludamos, con el brazo en alto, un nuevo triunfo de la sensatez humana, en este caso, en este querido pías que es Argentina.+ (PE)
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Publciado por Ecupres - Prensa Ecuménica el 15 de Julio de 2010
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=8972
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