LEY DE MATRIMONIO IGUALITARIO
Por Carlos A. Valle
Luego de una maratónica sesión de casi 15 horas la aprobación de la ley de matrimonio igualitario irrumpió en la mañana del nuevo día cargado de alegrías, sorpresas, pero también silencios, desazones y desconciertos.
Sería largo enumerar la serie de argumentos a favor y en contra del tema que suscitaron a partir de argumentaciones psicológicas, sociológicas, política y no menos, religiosas Quisiéramos concentrarnos a señalar dos contextos en los cuales se movió el tratamiento del tema y su preanunciado futuro.
¿Gobierno versus Iglesia Católica Romana?
La muy reiterada insistencia de que el proyecto de ley era una iniciativa del gobierno por su enfrentamiento con la Iglesia Católica Romana, cuando es bien sabido que los iniciadores provienen del Partido Socialista y de Nuevo Encuentro.. Llamativa llegó a ser una de las leyes más transversales tanto por los que la aprobaron como por los que la rechazaron, con escasas excepciones.
El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández recordó que “no es un proyecto del Ejecutivo” y repasó que “de los 126 votos que lo aprobaron en Diputados, sólo 46 son del oficialismo”. No obstante el diario Clarín curiosamente tituló: “El gobierno admitió que el proyecto no tuvo origen en el oficialismo.” (15.07.10), como si se hubiese adueñado de un proyecto que no le pertenecía, aunque no pueda ignorarse el interés del gobierno.
La suposición instalada de que se trataba de una batalla entre Kirchner (Gobierno) y Bergoglio (Iglesia Católica), la ejemplifica Joaquín Morales Solá, cuando, no habiéndose inmiscuido con asiduidad en el tema, resume lo que se considera un objetivo final de esta situación: “El problema es que Kirchner no aspira a ganar una pulseada en el Senado. Su visión épica de la política y su necesidad de hacer de cada tema un combate a matar o morir lo arrastraron al objetivo de derrotar a Bergoglio y, con él, a la Iglesia.” (LN 14.07.10) Y, por el lado de la Iglesia Católica, menciona en el mismo artículo que: “La decisión de Kirchner de liderar personalmente una cruzada contra los obispos empujó a Bergoglio, a su vez, a ponerse al frente de su Iglesia. O el líder era él o lo sería Aguer. Algunos obispos cometieron ciertos excesos verbales en los últimos días, pero nada fue peor que el discurso de Cristina Kirchner, que meneó la Inquisición para descalificar a la Iglesia. Otra vez, la historia sirvió como un arma que se arroja contra el adversario.”
Bartolomé de Vedia con llamativo título: “La carta de Bergoglio un error estratégico”, entiende que la carta que el Cardenal envió a monjas contemplativas fue considerada de esta manera dentro de la misma Iglesia Católica. Su referencia a “la envidia del demonio” y la “guerra de Dios” son entendidas como “afirmaciones acordes con el ámbito hacia el cual han sido dirigidas, pero que han sido usadas como elementos de desprestigio“.
Para De Vedia, no obstante, a pesar de no ser oportuna no limitó la participación de los obispos en su campaña contra la ley. Entiende los efectos negativos de la misiva pero trata de aliviarlos indicando que “Así, el texto, difundido por la propia agencia informativa del Arzobispado, influyó, quizá, tanto como las presiones del Gobierno, ausencias notorias en el recinto y el voto funcional de la cúpula radical, que benefició a los Kirchner.”
La conclusión del artículo tiene los ecos de viejas situaciones en las que los príncipes competían con los jerarcas eclesiásticos por el poder: “En el nuevo contexto marcado por la sanción de una ley resistida por la Iglesia, hay conciencia de que el Gobierno ganó una batalla, pero el combate seguirá librándose, especialmente si el kirchnerismo insiste en identificar a Bergoglio como la cabeza de la oposición.” (LN 16.07.10)
Todo esto da a entender que esta actitud de confrontación estimulada solo se considera una batalla transitoria en una lucha en la que parece que no solo el gobierno estará interesado en su triunfo final sino que de la otra parte también lo estaría. Esta perspectiva de confrontación planteada como entre “iguales”, es un resabio de tiempos fenecidos. Hoy, no parece condecir con un Estado en el que el desarrollo de la democracia se afianza en el reconocimiento de vivir en una sociedad pluralista, donde convive la libertad de pensamiento y la búsqueda de una comunidad fraterna.
Católicos y Evangélicos
La conjunción de intereses y concepciones sobre el tema de la homosexualidad y la férrea oposición a la aprobación de la Ley de matrimonio igualitario, reunió, como nunca antes en el país, a buena parte de la comunidad católica y evangélica.
Una lectura del pasado podría ilustrar períodos de confrontación que, indudablemente han sido superados por un presente en el que mayormente la convivencia no ha sido alterada. De todas maneras, la idea de una cruzada tal como se ha ido desarrollo en estos últimos meses debe considerarse inédita. Al mismo tiempo, debe indicarse que no todo el mundo católico ni evangélico se consideró expresado por los grupos que tuvieron mayor acceso público Aquí vamos a concentrarnos en los sectores católicos y evangélicos que tuvieron y compartieron una visión y acción particular.
Por el lado de los evangélicos debe reconocerse que desde hace un tiempo se ha constituido en el país una comunidad de diversas iglesias y congregaciones en las cuales la participación de sus miembros es muy intensa. La independencia de muchas de ellas es notoria pero, a la vez, comparten concepciones básicas sobre la fe y la forma de vivirla. Esa común visión les ha abierto el camino para mantener su independencia a la vez que asociarse con objetivos comunes.
Así es el caso de ACIERA (Alianza de Iglesias Evangélicas de la República Argentina) y FECEP (Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal). Estas dos organizaciones entienden que hablan nombre de cinco millones de argentinos diseminados en más de doce mil congregaciones evangélicas.
Prontamente hicieron oír su voz cuando en el seno de la Cámara de Diputados se empezar a discutir la Ley de matrimonio igualitario: “La nación argentina posee en su población, un arraigo profundamente relacionado con principios y valores cristianos. Desconocer este componente existente en el cuerpo social del país, seria aceptar que una minoría imponga su voluntad por sobre la mayoría de los argentinos. Hablamos de la modificación del CODIGO CIVIL de la Nación, en uno de sus fundamentos constituyentes de la sociedad: el matrimonio, célula fundamental de la comunidad, y base inicial de la familia” (Perfil Cristiano 21.04.10)
Llamativamente no hay ninguna consideración sobre la homosexualidad y basan toda su argumentación en la preservación de valores que, por su valor tradicional, merecen ser conservados. No obstante la publicación de la que extrae la cita pone de manifiesto lo que no se dice con claridad en la declaración: “ACIERA y FeCEP dicen ¡No al Matrimonio Homosexual con Adopción!”
A partir de ese momento publicaciones, reuniones de oración, manifestaciones callejeras van modelando un discurso único que pretende ser el del mundo evangélico en su totalidad. En varias de las intervenciones públicas mayormente no hacen apelaciones de argumentación bíblica o teológica y más bien procuran convencer por el lado de la psicología, la medicina, la naturaleza.
La diputada Cintia Hutton, una de los adalides de esta campaña, manifestó abiertamente que se cuidaba de dar su perspectiva de fe y se limitaba a los argumentos mencionados. Cuando la Comisión del Senado dedicó una sesión para la presentación de los diversos credos, sin justificativos fueron excluidas, entre otras, la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, la Iglesia Evangélica Luterana Unida y la Iglesia Metodista, cuyas posiciones diferían de las de estas organizaciones. Por su parte, el presidente de ACIERA, pastor Rubén Proietti, gozó de largos minutos para su alocución. Ya sobre el final de su presentación, casi como si fuera inexcusable, hizo mención de su fe y buscó mostrar una postura de comprensión hacia los homosexuales pero no hacia el matrimonio homosexual. Se destacan tres de sus afirmaciones: una, “es una abierta provocación al Dios que invoca nuestra Constitución y por el que juran algunos de nuestros Legisladores”. Dos, “la desobediencia al orden de Dios trae consecuencias para la totalidad de la vida, individual y social. Esta desobediencia se llama pecado. La unión de dos hombres o dos mujeres está desaprobada por la Palabra de Dios y esto no es sólo para los que la practican sino para los que se complacen en ella.” En tercer lugar, terminó diciendo: “el matrimonio como institución no está para resguardar los gustos personales sino para garantizar la supervivencia de la especie.”
Indudablemente estas solas tres referencias traían ecos favorables a ciertos medios católicos que vieron en esa activa organización un brazo idóneo para llevar las banderas de oposición a la Ley. Algunos entienden que la Iglesia Católica entendía que la aprobación de la Ley estaba resultando más que posible. No era conveniente mostrarse abiertamente en la vanguardia de la oposición.
Como se ha señalado la carta del Cardenal Bergoglio al ser difundida enfrentó muchos cuestionamientos. Por otro lado, su predica tenía otros carrilles menos estridentes para expresarse: los colegios confesionales. En los tramos finales confluyeron en la muy concurrida manifestación en vísperas del tratamiento en el Senado, bajo el bien estudiado lema “Queremos papá y mamá” que procuraba tener su grado sentimental y no confesional a fin de evitar producir rechazo.
Soledad Vallejos (P/12, 12.07.10) informaba que Benigno Blanco, del Foro de la familia de España, Una “ONG líder que convoca multitudes en la península ibérica” se encontraba en Argentina y “que se había reunido con el Departamento de Laicos de la Confederación de Laicos de la Confederación Episcopal Argentina y que en ese encuentro “participaron integristas evangélicos” para ultimar detalles de la convocatoria. Se presume que esta presencia es parte del asesoramiento brindado a los obispos en su batalla contra la legislación. No hay menciones en otras partes de que esto no haya ocurrido pero es evidente que la conjunción de objetivos estaba establecida y lo demostró el mismo desarrollo del acto.
Una vez aprobada la Ley la reacción no se hizo esperar. La contrariedad es más que notoria. La campaña estaba diseñada para el triunfo. No había plan B, como prevén las agencias de publicidad que tienen respuestas si se gana o se pierde. Por eso, las primeras opiniones buscan echar culpas.
Justo Carbajales, representante del departamento de laicos de la Conferencia Episcopal Argentina acusó: "Siempre se abrió la posibilidad de buscar lo mejor para todos, pero no con chicanas políticas o con acuerdos no transparentes. Llama la atención e indigna que el jefe del bloque de la segunda minoría [Gerardo Morales] trabaje para que el oficialismo logre un proyecto que tiene el rechazo de la mayoría de su bloque. El presidente del partido [Ernesto Sanz] y el presidente del bloque tenían el rechazo mayoritario de su bancada y decidieron ir a jugar a favor de Pichetto [Miguel Angel, jefe del bloque del FPV]" (LN 15.07.10)
Para Rubén Proietti, afirma La Nación, la sesión de ayer estuvo signada por un alto nivel de politización y de expresiones que escaparon al fondo de un debate que, sostuvo, tendría que haberse demorado un tiempo: "Me preocupó mucho la hipocresía y la falta de honestidad. Los mismos senadores dicen que es hipocresía no reconocer el derecho de la minoría y nosotros nunca dejamos de hacerlo. Aquí se confundieron mucho las cosas. Anoche hubo mucha turbulencia".
Es llamativo que los comentarios tienen un contenido limitado a acusar a los senadores no por sus convicciones sino por sus opciones políticas. Lo cual pareciera dar a entender que están interesados en seguir en esa línea. Por el lado de lo católicos esto no es una novedad y siglos de entramado político lo confirman. Por el lado de los evangélicos una nueva gran tentación. ACIERA acaba de declarar que “No fue una campaña evangelística esta vez, fue la iglesia profética que ocupa con trascendencia la escena social.” ¿Qué sigue? “En cuanto a la evangelización, se ha ampliado sensiblemente nuestro campo misionero. El mismo es, ahora, la televisión, los medios, el arte, la participación política, el periodismo, toda esfera social trascendente, y muy especialmente la educación en todos sus ámbitos.”
Mientras estos dos contextos de la realidad nacional reflexionan sobre lo pasado y preparan nuevas ofensivas. No se debe dejar de lado que la trascendencia de la decisión tomada por el Parlamento significará no solo cambios en las consideraciones legales sino en el entramado de la relación social. La sociedad en general tendrá que empezar a experimentar ese cambio que, posiblemente concitará aprobaciones y rechazos pero tendrá que ir asimilándolos como una nueva realidad. Aquellos para quienes, dolorosamente por mucho tiempo, la sociedad le ha sido tan esquiva y hoy se les ha reconocido sus derechos celebrarán estos cambios y todos empezaremos a vivir esa nueva realidad y procurar tejer nuevas relaciones en la sociedad toda.+ (PE)
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Publicado por Ecupres - Prensa Ecuménica el 19 de Julio de 2010
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=8978
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