Por Carmelo Alvarez
Resuenan en todo Estados Unidos este fin de semana las celebraciones y elogios a Martin Luther King Jr., pastor, teólogo y profeta de la justicia y la liberación, particularmente de su pueblo afro-americano. Ese reconocimiento es más que merecido. En todo el mundo su obra es reconocida. Este próximo lunes 17 de enero se escucharán los cánticos que marcaron la inspiración de aquél movimiento a favor de los derechos civiles, particularmente en la década de los sesenta. Habrá predicadores y predicadoras que con su distintivo tono y expresión afro-americana; con sus cuerpos y con sus voces, aclamarán que el marcó un hito en la historia de los Estados Unidos en la búsqueda de una nación más equitativa, y por ende, más libre.
Lamentablemente pareciera que mucho de aquel mensaje, y el haber dado su propia vida por la justicia, todavía no logran cambiar el rumbo de la vida nacional en Estados Unidos. Y mucho menos la necesaria convivencia civil que él tanto exigió de la sociedad norteamericana. La agenda sigue siendo la misma, y se añaden problemas serios que deberán ser tratados con urgencia: el racismo, el nacionalismo cerrado, la violencia, la homofobia, la xenofobia y la intolerancia, son algunos problemas graves y apremiantes.
El racismo es una lacra histórica, económica y social. Aquí sigue dominando una mentalidad de prejuicio racial que se manifiesta desde la segregación religiosa-Martin Luther King Jr., expresó que la hora del culto en las iglesias protestantes de Estados Unidos, era la hora de mayor segregación-hasta la falta de una convivencia social sana. Un pueblo que se precia de ser tan religioso, expresa su fe profundamente dividido. A ello se suma el uso de la Biblia y las prédicas por sectores de la ultra-derecha religiosa para justificar hasta la persecución racial.
El nacionalismo se fue forjando alrededor de una ideología del “destino manifiesto”, que destaca la superioridad de la población blanca como pueblo escogido, cuyo carácter excepcional lo coloca como una nación que debe liderar y dominar al mundo. La llamada “religión civil” destaca que ciertos valores sociales, políticos, culturales y religiosos deben constituirse en el núcleo ético-moral de toda la vida nacional. Aquí se exacerba el prejuicio religioso y la demonización de las religiones no-cristianas. Sólo algunas minorías liberales cristianas propician un diálogo interreligioso de respeto y apertura.
La violencia estructural está íntimamente ligada a un sistema capitalista que promueve por un lado un armamentismo expresado en las fuerzas armadas más poderosas del mundo, y por ende, con las armas más sofisticadas y tecnificadas. Y por otro lado, un armamentismo ciudadano que posee 275 millones de armas en las calles, y prácticamente en cada hogar de la nación. La violencia, entonces, se va multiplicando como violencia doméstica, callejera, escolar, en los mercados y centros comerciales e iglesias. De manera contradictoria lo que se supone que defienda al sistema, atenta contra la vida cotidiana de los propios ciudadanos y ciudadanas norteamericanos.
En años recientes hay toda una espiral de homofobia y persecución contra sectores de la sociedad que han optado por una orientación sexual homosexual, que choca con la orientación sexual heterosexual de la mayoría de la sociedad. El problema básico aquí es el conflicto que se ha generado, provocando la intolerancia y propiciando conductas que llevan incluso al linchamiento de personas por su orientación sexual.
La xenofobia es quizás la actitud que más se incrementa en Estados Unidos en estos días. Hay una oleada de persecución sistemática a los inmigrantes, particularmente a los llegados de México y el resto de Latinoamérica y el Caribe. A medida que crece la presencia activa y visible de los indocumentados, y su impacto en muchos niveles de la sociedad, se acentúa el racismo. Las posturas ideológico-políticas de los partidos dominantes se tornan agrias y fanáticas, alimentando el miedo colectivo y confundiendo no sólo la complejidad de las inmigraciones, sino utilizando para la ventajería política un juego electorero que puede traer consecuencias funestas para toda la sociedad norteamericana.
Recuérdense los recientes asesinatos públicos de víctimas inocentes en Tucson, Arizona. Ese acto tan violento tiene muchos de los elementos que hemos analizados aquí. El ambiente que se vive en la nación norteamericana propicia estos actos. Hay personas que se desquician y son desquiciadas por la efervescencia que se crea por los medios de comunicación social y los lenguajes incendiarios aún de quienes se suponen son líderes de la nación.
Martin Luther King, Jr. continúa siendo una fuente de inspiración y enseñanza. Su voz profética sigue vigente. Hay que evitar sacralizar la figura y así trivializar su vida y obra. Este profeta de dimensión universal puede y debe seguir llamando a un compromiso con la justicia y la verdadera reconciliación. Su mensaje y lucha se articuló hacia la necesidad de construir sociedades humanas más equitativas, justas, hospitalarias y solidarias. Reiteró que la lucha por la paz era y es el camino a seguir. Ser constructores y constructoras de paz es lo propiciará un mundo mejor.
Cuando Martin Luther King, Jr. avizoró las dificultades que confrontaba los Estados Unidos interna y externamente, alzó su voz con valentía, fuerza moral y espiritual. La guerra de Vietnam azolaba los hogares norteamericanos mientras destruía los de Vietnam. Y un 4 de abril de 1967, en la Iglesia Riverside de Nueva York, erguido y valiente, un año antes de ser vilmente asesinado, proclamó:
Estamos enfrentados con el hecho de que mañana es hoy.Somos confrontados con la feroz urgencia del ahora.Debemos movernos de la indecisión a la acción.Ahora redediquémonos a la larga y amarga, pero hermosa,lucha, por un nuevo mundo…La decisión es nuestra, y aunque prefiriéramos que sea de otra manera, debemos escoger en este momento crucial de la historia humana. Que haya celebración en todo el mundo por la vida y obra de Martin Luther King, Jr. Que no se olvide su martirio y sus causas. Que brille el indeclinable compromiso de este pastor y profeta a favor de la paz con justicia, no solo con su pueblo afro-americano, sino con todo ser humano que busque igualdad y equidad. Que resuene su mensaje y se reitere su vigencia. El recuerdo de su voz y el contenido y fuerza de su mensaje nos ayudará a iluminar este hoy tan sombrío y contradictorio, que hemos de enfrentar con entereza. En ello también el pastor Martin marcó la ruta.
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Publicado por ALC Noticias el 17 de Enero de 2011
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