Página 12 del 10 de Septiembre de 2009
Ayer, el Senado uruguayo sancionó la ley que autoriza a las parejas bajo “unión concubinaria”, cualquiera sea su género, a solicitar la adopción de un niño o niña. El único requisito es que la pareja gay sea aceptada como tal en su entorno.
Por Pedro Lipcovich
Uruguay se convirtió en el primer país de América en legalizar la adopción por parejas homosexuales; el permiso va implícito en la inclusión como posibles adoptantes de las parejas bajo “unión concubinaria”, cualquiera sea su género. El cambio forma parte de una nueva ley general de adopción, que procura resolver un problema también presente en la Argentina: el alto número de adopciones ilegales, en detrimento del circuito legal. En Uruguay –según explicó la senadora Margarita Percovich, autora del proyecto original–, la Iglesia había desarrollado una especie de sistema paralelo de adopciones; al mismo tiempo, muchos escribanos y funcionarios desleales lucraban con adopciones que pasaban por alto las normas de protección al niño y a su madre biológica. La nueva ley procura fortalecer al organismo estatal encargado de las adopciones y endurece el castigo para aquellos delincuentes. Respecto de la adopción por parejas gays, “simplemente tendrán que anotarse en el registro” y el único requisito es que “la pareja adoptante deberá ser aceptada como tal en su entorno”, dijo Percovich. El primer país en aceptar la adopción por parejas gays fue Holanda, en 2001.
La ley, que reforma el Código de la Niñez y la Adolescencia, fue aprobada por 17 votos –15 del Frente Amplio y dos del partido Colorado–; votaron en contra seis senadores, pertenecientes al partido Blanco. Se descuenta que el presidente Tabaré Vázquez la promulgará.
En su texto, “se reconoce el derecho a adoptar para las parejas constituidas como ‘unión concubinaria’”, explicó a este diario la senadora Percovich –del Frente Amplio–, y recordó que “el año pasado se dictó la ley que regula ese tipo de unión, para la que admite prácticamente los mismos derechos que establece el matrimonio civil; se mantuvo la denominación tradicional en Uruguay, porque ya existía mucha normativa administrativa reconociendo a los ‘concubinos’”.
“En Uruguay, la cantidad de adopciones ilegales viene cuadruplicando a las legales –observó Percovich–. Muchos profesionales vivían de esto: escribanos que, cuando una chica le entregaba el hijo a una pareja, hacían un acta de tenencia; un año después, los adoptantes ilegales se presentaban ante un juez, que, ante el hecho consumado, legalizaba la tenencia. La Iglesia Católica había montado una organización, que tenía convenio con el Instituto de la Niñez y Adolescencia del Uruguay (INAU); hasta cuentan con un local para traer a parir a chicas pobres y entregar los bebés a parejas católicas.”
La nueva ley reserva al Estado las decisiones en cada caso de adopción: “Fija reglas claras para el procedimiento, así como para perseguir penalmente a apropiadores e intermediarios”, afirmó la senadora. El procedimiento para las adopciones será en todos los casos el que fija el INAU: “Esto permite verificar que la familia adoptante cumpla con los requisitos necesarios, y también respetar el plazo de 30 días, internacionalmente aceptado, durante el cual la madre biológica tiene derecho a arrepentirse y dejar sin efecto la adopción”, aseguró la legisladora.
Percovich comentó que “la frecuencia de adopciones ilegales hacía que en la institución del Estado, el INAU, hubiera pocos chicos necesitados de adopción: muchos de estos nenes tenían, tienen discapacidades, o son huérfanos con VIH, o ya mayorcitos, o con algún comportamiento problemático, o afrodescendientes, y a todos éstos les era difícil encontrar padres adoptivos. Sin embargo, en el INAU hay técnicos de muy buen nivel, que en alguna medida han modificado esta situación”.
En cuanto a la adopción por parte de parejas gays, “simplemente tendrán que anotarse en el registro del INAU, donde no hay mayores prejuicios en este sentido. Ciertamente, la pareja adoptante deberá ser aceptada como tal en su entorno y no ser a su vez discriminada, ya que la discriminación se trasladaría al hijo o hija”, señaló Percovich.
Uruguay se convierte así en el primer país de América que acepta la adopción por parejas del mismo sexo. En Estados Unidos, 14 estados lo admiten, incluidos Nueva York y California. El primer país en autorizar la adopción por parejas homosexuales fue Holanda, en 2001 (en 1999, Dinamarca había permitido a homosexuales bajo unión civil adoptar al hijo de su pareja). En 2002, Suecia aceptó esta adopción; en 2005 lo hicieron España, Inglaterra y Gales; en 2006 Islandia y Bélgica, y en 2008, Noruega. La Corte Suprema de Sudáfrica lo autorizó en 2002, y en 2008 lo hizo la Justicia israelí. En Australia, la adopción por parejas gays se permite en Canberra y en el estado de Western Australia, desde 2002.
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