miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Libertad religiosa o impunidad religiosa?

Por Norberto D'Amico

Ecupres - Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
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Mercosur Noticias
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Los últimos días del mes de Agosto, tomamos conocimiento del Proyecto de Ley sobre Libertad Religiosa, que crearía una persona jurídica especial, de objeto religioso. Es que en Argentina, solo la Iglesia Católica y las Iglesias Históricas se hallan reconocidas como cultos. Todas las demás son simples asociaciones.

Sin embargo, para nuestra sorpresa, la iniciativa ha dejado a la libertad solo en el nombre: Además de la creación de un status no igualitario al de otras asociaciones civiles, no difiere demasiado de la Ley de Culto creada por la dictadura. El Estado -y las instituciones reconocidas, se entiende- seguirá definiendo qué es religioso y que cosa no lo es. Tampoco se menciona nada respecto del derecho a practicar una religión.

Desde nuestra perspectiva, este proyecto apunta a crear una nueva situación de privilegio antes que a asegurarse el ejercicio de una libertad. Y hace evidente los propósitos de salvar la precariedad institucional de las iglesias, en la intención de crear una penalidad especial a quien difame, ataque o tal vez, simplemente, contradiga a sus representantes, los cuales, paradójicamente, desde argumentaciones conservadoras y fundamentalistas, crean condiciones propicias para la violencia social y la negación de derechos de otras personas: En especial, mujeres y diversidad sexual, interviniendo en todos los ámbitos de la sociedad, e internamente, eliminando la disidencia en su propia organización.

Nos preocupa particularmente porque el Centro (Centro Cristiano de la Comunidad GLTTB) trabaja con una población que sufre la violencia religiosa en la comunidad cristiana y las muchas formas de violencia religiosa hacia la diversidad sexual.

No tenemos datos sobre representantes religiosos agredidos por esa condición, pero si sabemos que hay personas glttb agredidas física, emocional y moralmente a consecuencia de sermones y arengas religiosas.

No sabemos si hay representantes religiosos que sean expulsados de algún lugar por su condición, pero si sabemos que muchas iglesias rechazan e incomodan hasta expulsar a personas glttb de su feligresía, solo por su orientación sexual o identidad de género, y proceden de la misma manera con trabajadoras y trabajadores glttb en sus instituciones educativas, cargos administrativos y otros empleos. O bien se aseguran que estas personas no ocuparán lugares de decisión en sus comunidades u organizaciones.

No sabemos de comités de ética en los hospitales que nieguen a algún representante religioso atención adecuada, o no respeten las objeciones de conciencia de personas religiosas, pero si sabemos que se les niega a personas glttb y a las mujeres, sus derechos como consecuencia de concepciones y presiones religiosas.

No sabemos de personas en proceso de rehabilitación que ataquen, por su condición de tales, a los pastores o sacerdotes que regentean estas instituciones, pero si conocemos que muchas personas trans han sido obligadas a cortarse el pelo y vestirse de varón como condición para ser recibidas en esos lugares.

Tampoco conocemos representantes religiosos atacados en los tratamientos que ofrecen los grupos evangélicos más conservadores, esos mismos que anhelan la ley de libertad religiosa, para expulsar "demonios de la homosexualidad" o para "curar" la orientación homosexual.

La libertad de existir, participar y debatir de las iglesias no debe convertirse en una mordaza para nuestra comunidad y una cárcel más para la sociedad argentina. Creemos que la libertad se sostiene en la igualdad de todas las personas ante la ley y en un Estado en el que esta igualdad sea plenamente reconocida.

No queremos una nueva ley que asegure mayor impunidad a la violencia religiosa.
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