jueves, 17 de febrero de 2011

El silencio refuerza el oscurantismo

Por Domingo Riorda

Es preocupante el silencio sobre decisiones oscurantistas de sectores que añoran las épocas la práctica del sometimiento y de la borratina de la historia.

La reflexión surge de la lectura de un despacho de la agencia SERPAL que reproduce un artículo de Elena Luz González Bazán y Juan Carlos Cena quienes comentan “que el 28 de diciembre del 2010, la legislatura cordobesa votó la anulación del nombre Agustín Tosca a una calle en la ciudad de Córdoba”

Tres legisladores se opusieron. Los demás “votaron a mano alzada, tocando botones y desconociendo la gloriosa historia de luchas de la provincia mediterránea” La nota señala que esos mismos legisladores, que borraron el nombre de Agustín Tosco de una calle, “consideraron, en la misma sintonía oscurantista, el retorno de la educación religiosa a las escuelas”

A esos datos se agrega que la votación de la deformación histórica y popular fue el 28 de diciembre día que se toma para la broma deformando la recordación de la matanza de niños, ordenada por el rey Herodes con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. Los articulistas exclaman “Que casualidad, la iglesia no pone ningún obstáculo a esta deformación histórica” aunque “si es una gran preocupación la educación sexual en las escuelas”

La conducta de Tosco marcó un hito en la dirigencia sindical argentina. Tímido de niño deja de serlo en la secundaria donde es Presidente del Círculo de Estudiantes. Se le encomienda hablar en el cierre de cursos del último año de la Escuela del Trabajo Presidente Roca. Habiendo sido crítico del sistema de estudios es coherente consigo mismo y se niega recibir el diploma final de manos del director. Las filas de los estudiantes rompen en aplausos. Toda su dirigencia sindical tuvo el mismo estilo.

Si bien esos datos explican la borratina de su nombre no se explica el silencio de quienes deberían habar protestado. Los responsables de la nota comentada se preguntan “¿Qué dijo el Sindicato de Luz y Fuerza? ¿el sindicato del Gringo?” Responden “Nada”. Tampoco otros sectores que les corresponderían protestar y luchar, por historia y por dignidad humana, defendiendo personalidades que, como la de Tosco, se los envían al ostracismo de la memoria porque “lo odiaban porque era un incorruptible" al decir de Américo Melchor González, obrero del sindicato de Luz y Fuerza cordobés.

Igual razonamiento debe aplicarse a otras decisiones similares que se tomaron en el país. Entre las más recientes la del Arzobispado de la Iglesia Católica Romana en Tucumán quien pagó 150 mil pesos por la caución al cura castrense José Eloy Mijalchyk, procesado por delitos de lesa humanidad en esa provincia, y así evitó seguir con detención domiciliaria como partícipe secundario de la privación ilegítima de la libertad y tormentos contra cuatro personas en la causa Arsenales” Los datos se encuentran en el artículo del periodista Gerardo Aranguren, en Tiempo Argentino del 12 de febrero y dado a conocer por el Centro Cristiano de la Comunidad Gay, Lésbica, Travesti, Transexual y Bisexual.

Otras acciones, cercanas en el tiempo, son la vuelta de la enseñanza religiosa en las escuelas de Córdoba, Salta y Catamarca y alguna otra provincia que se le escapa a la memoria del articulista. El reducido número de protestas. casi todas de índole local, indicarían que quienes deberían protestar perdieron la perspectiva histórica de las luchas del pasado y el perfil que debe darse a la sociedad del presente y futuro.

Las iglesias evangélicas, tanto las de la línea protestante como evangelistas, no pueden dejar en el olvido las luchas de los evangélicos, junto a otros sectores, para eliminar el dogmatismo católico romano de las escuelas, como también el dominio del Registro Civil y de los cementerios, en la perspectiva de un estado laico.

No se trata de que las iglesias se metan en política sino que las iglesias asuman su responsabilidad histórica en la construcción de una sociedad sin fronteras, sin discriminación, sin poderes impuestos por sectores privilegiados sino construido por el debate popular.

En esos casos el silencio no es salud. Es tóxico.+ (PE)

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Publicado por Ecupres - Prensa Ecuménica el 16 de Febrero de 2011
http://www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=9359
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