martes, 3 de marzo de 2009

En Memoria de Marcella Althaus-Reid

20 de Febrero de 2009

Con muchísima pena compartimos la noticia del fallecimiento de la Profesora Marcella Althaus-Reid el viernes 20 de Febrero en el Hospital Marie Curie de la ciudad de Edimburgo, Escocia, a raíz de un infarto múltiple.

Marcella nació en la ciudad de Rosario, Pcia. de Santa Fe, Argentina y cursó estudios en el Instituto Universitario ISEDET de la ciudad de Buenos Aires. Obtuvo su Doctorado en Teología en la Universidad de St. Andrews. Era titular de la Cátedra de Teología Contextual en la Universidad de Edimburgo.

Sus trabajos fueron únicos e ineludibles, como lo fue su concepción de temas como la corporalidad y la sexualidad. Entre estas elaboraciones se destacó indudablemente "Teología Indecente". Aún cuando su obra es celebrada en el mundo, por las particularidades de su adscripción a la Teología Latinoamericana de la Liberación, en este continente es todavía resistida.

Una reseña biográfica y bibliográfica puede ser leída en la dirección
www.div.ed.ac.uk/marcellamari

El Centro lamenta la pérdida de una amiga entrañable y una compañera de lucha. Su voz está más presente que nunca, renovando nuestro compromiso.

Hacemos llegar el más afectuoso deseo de consuelo y paz a su esposo Gordon y su mamá Ada.

Norberto D'Amico



(Corazón) ...de Estudiantes
Por el pastor Roberto González

Es difícil, para mi, evocar a Marcella, sin recordar gran parte de mi vida como estudiante de teología en el ISEDET. Era la más brillante de mis compañeras, leía varios idiomas, preparaba las clases causando el pánico de profesores menos versados... Siempre fue cuestionadora, segura, de convicciones firmes. No me extrañó su carrera y menos aún que sus elaboraciones teológicas, sus escritos, sus artículos y conferencias resultaran especialmente atractivos, movilizantes y profundos.

Claro que nuestros caminos eran imprevisibles, impensables en ese tiempo: ¿Alguien hubiera creído que esa dulce y frágil mujercita abordaría temas de género, sexualidad y pobreza de una manera tan rotunda? ¿O que yo dedicaría mi vida a la tarea pastoral con la diversidad sexual?

Nunca! Veníamos de una espiritualidad conservadora y la Teología de la Liberación, en nuestros primeros años de estudios, nos abría perspectivas maravillosas, pero nada de diversidad, nada de feminismo y mucho menos sexualidad. Ni siquiera sospechábamos que estábamos sentados en el fermento de una nueva generación, que comenzaba a vislumbrar sus batallas y exilios, entre la biblioteca y el claustro.

Nuestra amistad se formó en ese confuso vivenciar y fue creciendo en apoyo mutuo y confidencias. Un día, Marcella me invitó a conocer su casa en Olivos. Llegué puntualmente pero desencajado. Había protagonizado una movida trifulca familiar. Yo estaba casado y vivía con mi esposa e hijos entonces. Comenzamos a hablar y le conté... ella escuchó en silencio. Después comenzó a decirme que a su casa venían muchos chicos, jóvenes gays: “Tan necesitados de Dios...” “Hermanito, vos que tenés una espiritualidad tan profunda, que serviste tantos años en el Ejercito de Salvación... ¿No te animarías a traerles la Palabra a estos muchachos, a mostrarles el amor de Dios...?” Yo contesté con furia: “Estás loca Marcela. Yo no soy gay!!“ Me miró, con una enorme ternura. Sonrió y dijo: “Tomamos unos mates...?

No, nunca lo hubiéramos imaginado...

Marcella fue la primera, de esa generación, en emprender el exilio. Cuando me asumí, ella estaba en Europa, iba y venía. Su apoyo siempre me hizo fuerte. Luego vino mi propio exilio de las iglesias tradicionales. Y el de otras y otros. Cada re-encuentro fue un milagro. El milagro de nuestras vidas transformadas, auténticas, verdaderas, luchadoras, sin sombras.

La noticia de su partida me compromete, aún en el dolor, a ser más auténtico, más libre y más comprometido con aquello que hemos creído. Estoy seguro que, nuestro próximo encuentro, del otro lado del arco iris, será festivo, luminoso.. Habremos ganado la batalla definitiva!


“¿Se acuerdan queridos? ¡Qué épocas! Dictadura, miseria, represión y nosotros en la iglesia militante. Nosotros, pensando en Bonhoeffer. Nosotros leyendo a Gutierrez. Nosotros, mientras Cardenal leía salmos con los campesinos en Nicaragua. Nosotros haciendo obra en las comunidades de base, releyendo los profetas... (pero el corazón siempre estaba entre paréntesis; el corazón, en el armario, esperando tiempos mejores: otros corazones, otros amores y otras liberaciones).”
Marcella Althaus-Reid “Liberation Theology and Sexuality”



Una Tristeza Indecente
Mi recuerdo afectuoso y agradecido de Marcella Althaus-Reid
Por Norberto D'Amico

Supongamos que estamos en 1991. La teóloga argentina entra en un departamentito del barrio de Almagro, tapizado de margaritas anaranjadas. Calla ante el empapelado chillón, para dirigirse, atenta, a sus habitantes. “Uy, que lindo!” dice señalando con el gesto unos cajones rústicos de madera encimados con cierta gracia. Si, aquellos que habían contenido la fruta en los mercados y ahora sostienen libros apilados, pequeños cacharros mexicanos y una cruz enorme, negra, de cartón, con un triángulo rosa en el centro, que ya protagonizó su primer enfrentamiento público con la curia católica. “...frente a la Catedral, y detrás de la cruz estaba todo el movimiento...y había mujeres y trans... “ le contamos, asombradísimos.

Años después, el aroma de la fruta y el sexo de las vendedoras de limones en las calles de Buenos Aires, le servirían de inspiración para introducir la obra que tiró, en la cara de los dinosaurios, los calzones de la teología:

“¿Debe una mujer llevar bragas en la calle o no? ¿Debe quitárselas, digamos, cuando decide acudir a la iglesia, como recordatorio más intimo de su sexualidad en relación con Dios? ¿Cual es la diferencia si la mujer vende limones y, así, se los vende a usted en la calle, desprovista de ropa interior? Mas ¿Cual es la diferencia si así se sienta a escribir teología?..." se pregunta Marcella, en la introducción de su Teología Indecente, por el año 2000.

Pero todavía estamos a principios de los noventa. Marcella saca un grabador y nos anuncia que vino desde Inglaterra a hacer una entrevista: “Teología de la liberación gay”. Además de trámites, visitas familiares... “Porque sabés...? allá es otra historia...” Incansable y conversadora, formula preguntas largas, pero de una profunda coherencia. Veo el afecto, que digo afecto! el amor, en sus ojos. Y la simpatía en los de su compañero Gordon, que no entiende mucho lo que hablamos en nuestro porteño castellano, con mate de por medio, grabación, narrativa de sus aventuras por Europa, la tarea con las teólogas feministas, las cosas de nuestras vidas de “locas”.

Praxis y más praxis con las pobres mariconas de la fe, eso es lo que hacemos, Marcella... Les tiramos los calzones en la cara a los moralistas cristianos. Como harás vos. Aunque todavía no sabemos lo que estamos haciendo...

“En común, siglos de opresión patriarcal en esa mixtura latinoamericana de clericalismo, militarismo y autoritarismo de la decencia....” sigue Marcella.

El artículo volvió impreso, mucho tiempo después, con detallada narración sobre el mate y la orgullosa impronta de la tarea que realizábamos acá, acompañado, más tarde, con algunos libros de teología feminista, cartas y bastante más tarde, correos electrónicos en los que iba y venía, aparecía y desaparecía. Como siempre. Y como ahora, en el momento menos esperado...

Nada pudo el tiempo, opacar el impacto de aquel primer contacto con esa tejedora de redes, brillante confesora de extraños enunciados epistemológicos: bisexuales, queer, porteños... Su gota, desbordando el menos común de los sentidos, pero el más perpetrado, sigue calmando, apenas, mi sed.

“Si visita usted mi ciudad, Buenos Aires, trate de conocer, por favor, a las mujeres vendedoras de limones que verá sentadas en las calles de determinados barrios...”

Un hilo nos sujeta en la tristeza, hoy, de Norte a Sur, de Este a Oeste. No se si nombrarlas y nombrarlos, pero siento vibrar su pena. Te agradezco tanto, Marcella, este hilo que me ata a tu manojo de cuerpos y sexualidades, interpelados por los afanes de liberación, hechos textos de la rebelión y gestos de amistosa bienvenida a la Divinidad Queer que abraza nuestros muertos y nuestros vivos.

Como me dijo Andre Sidnei Musskopf desde su Sao Leopoldo, tras la noticia que menos queríamos leer, la que editó la tristeza de Mary Hunt en su Washington DC: “nos irmanamos nesta tristeza como sabemos fazer”.

Esta tristeza indecente, que llora de amor en la injusticia del mundo y todo lo dice en Dios.

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